lunes, 20 de julio de 2009

Viento y polvo


De nuestros sueños queda la brisa del mar para recordarnos. Sé que esbozas una sonrisa cuando escuchas esto. Y después lloras. Lloramos los dos pero ya no me preocupa si nos miran llorar porque el tiempo, lo sé ahora, nunca fue nuestro.
Escúchame, te dije una tarde frente al mar. Y me quedé en silencio; qué hermosa tarde.
Me hubiera gustado ahogarme en el mar contigo, porque fue el día en que me besaste demasiado largo para ser contado. Sí, yo también río cuando escucho decir esto, pero quizás nadie más. Eso entristece mi alma.
Años como polvo ¿quién diría? Te extrañé mientras estuve lejos. Pero el polvo es fragil. Años como polvo ¿quién lo negaría?
Rompe de una vez las fotografías porque ya no existe quien pueda mirarlas y ser feliz. La felicidad no la encontramos nunca, y en verdad nos esforzamos. Es sólo papel...
Tantas cartas y tanto tiempo y tan poco que deseemos recordar. Un viento mecánico susurra junto a mí la desventura y el olvido. No necesitamos otra cosa que nos salve del tiempo, porque es ya demasiado tarde. Demasiado tarde, siempre.
Cuando corríamos para no perder un viaje en un tren imposible. Y después admirar el castillo. Nuestras fantasías inútiles pero verdaderas que aún hoy nos cortan el aliento.
Nadie quiere recordar; por eso es un invento inútil la fotografía. Rompe todas de una vez. Son sólo papel amarillento. Años como polvo que se van tras el viento mecánico.
Hoy no sucede nada, pero ¿quién entre todos los mortales podría saberlo? Las cosas que nos sorprenden cuando la afición por el tedio ha llegado a los niveles del absurdo.
Ya no hay dónde sostenerse, por eso no tecuento una historia; sólo pedazos indescifrables de la mía y quizás la tuya. Hay que sorprenderse de vez en cuando.
Cierro los ojos, no hay manera de encontrar el fondo. Ni dónde tocarnos. Pero no me aflige, tengo un rostro de piedra que no dice nada.
Seamos concretos: el sol, una cama, un perro, Dios, el amor, la sangre, el color azul en la mañana del primer día de los tiempos. Sonríes de nuevo, como si lo hubieras visto...
Yo no, pero no me extraña, hay cosas invisibles que persisten en la memoria. Por eso me gusta hablarte, porque a veces no somos sólo soledades desencontradas.
Con calma, un paso después del otro y hemos llegado. Terminamos demasiado pronto una tarea que debió durar eternamente. Años como polvo.
Hay mujeres ancianas que miran y no te escuchan. En ellas creimos que estaba la sabiduría del tiempo. Pero lo que ellas saben no se puede escuchar y saberlo verdaderamente. Ellas saben... saben que vamos-a-morir; eso saben las hechiceras, pero lo saben muy adentro. Ya no sonríes. Mejor.